Cuando se contrata un seguro hay que reconocer todos los daños que no estén cubiertos para evitar sorpresas en el futuro.
El mercado de los seguros de coche ofrece, en la actualidad, una amplia gama de coberturas. Sin embargo, cuando se contrata una póliza no sólo hay que conocer las garantías que ofrece, sino que también es necesario conocer todos los daños que no están cubiertos para evitar sorpresas en el futuro.
Obviamente, no es lo mismo contar con la protección de un seguro obligatorio que de una póliza a todo riesgo. Pero, incluso en este último caso hay excepciones y casos en los que es el tomador del seguro quien debe responder por los daños y hacer frente a las indemnizaciones.
El seguro obligatorio cubre la responsabilidad civil del conductor frente a terceros, pero no los daños personales ni materiales que sufran el coche y el conductor cuando éste sea culpable de un accidente.
No obstante, el seguro obligatorio se suele complementar con la contratación de coberturas voluntarias que amplían la protección del vehículo o, incluso, se opta por la contratación de una póliza a todo riesgo, que, además de los daños a terceros, cubre también los propios del coche. Cada compañía cuenta con límites y exclusiones propias, con lo que es necesario leer bien la letra pequeña de cada contrato.
Por ejemplo, la mayoría de las compañías no se hace cargo de la asistencia en carretera si se circula por vías no aptas, como pistas de tierra. Aunque es posible encontrar pólizas que sí que lo hagan, como la de Mapfre, que presta sus servicios aunque el accidente se haya producido en una vía de este tipo.
Otra de las exclusiones suele venir de la mano de los accesorios que no vienen de serie. La mayoría de las pólizas de seguro recogen que este tipo de extras deberán estar declarados específicamente, con su valor real, en la póliza para quedar cubiertos. Si no se hace, en caso de robo, incendio o siniestro, la compañía no se hará cargo de ellos. No obstante, muchas compañías de seguros han optado por cubrir este tipo de accesorios hasta una determinada cantidad de dinero. Es el caso de la póliza Fénix Buen Conductor, que contiene la cobertura del equipamiento adicional que pueda tener el vehículo hasta un valor de 1.500 euros, sin necesidad de declararlo.
Asimismo, en caso de modificar el coche, se deberá comunicar a la aseguradora. Si el cambio no está homologado y la compañía de seguros no lo sabe, en el caso de sufrir un accidente, la compañía puede negarse a pagar los daños del coche, alegando que no es el mismo que figura en el contrato. En el mejor de los casos, sólo cubrirán los daños como si los extras del automóvil fueran de serie. De hecho, muchas compañías no aceptan nuevas pólizas para coches tuneados. Sin embargo, existen seguros específicos para estos vehículos.
Además, ninguna póliza cubrirá los daños causados voluntariamente por el asegurado, ni cuando se ha provocado un accidente y se conducía bajo los efectos del alcohol o las drogas o sin carné, así como si el coche no ha pasado la ITV. Incluso si se produce un choque con un familiar, las aseguradoras pueden negarse a pagar los gastos, ya que tienden a pensar que es un fraude, sobre todo si se comparte domicilio. En ocasiones, también sospechan de siniestros entre vecinos.
Del mismo modo, en el caso de transportar más carga o pasajeros de los permitidos (por ejemplo, seis en un vehículo de cinco plazas), será el tomador de la póliza quien deba responder por los daños o cualquier indemnización en caso de siniestro.
Asimismo, si un menor de 25 años conduce el coche, tiene un siniestro y su nombre no aparece en la póliza como conductor, pocas compañías se harán cargo de los daños que cause. Para evitar este tipo de situaciones, se recomienda incluir al joven en la póliza como segundo conductor, en el caso de que vaya a hacer un uso ocasional del mismo. Si el menor de 25 años va a conducir el coche de manera habitual, la mejor alternativa es contratar un seguro a su nombre. Aunque no es tarea fácil, hay aseguradoras que cuentan con productos dirigidos a este colectivo, es el caso del seguro YCAR de Mapfre o los seguros para jóvenes de Mutua Madrileña y Balumba.
Además, ninguna aseguradora indemnizará por inundación, terremoto, tsunami, erupción volcánica, huracanes, terrorismo, motines, accidente nuclear, manifestaciones o huelgas y hechos declarados como catástrofe nacional. En estos casos, la indemnización correrá a cargo del Consorcio de Seguros.